♾️El gran reto de la WNBA
Además: Alex Morgan invierte en su equipo; Ohanian amplía su portafolio; Cambios en WTA; Liga F tiene nuevo nombre
¡Buen domingo!
Te dejamos acá lo que necesitas saber sobre la otra mitad de la industria deportiva.
Que lo disfrutes.
Alex Morgan invierte en su equipo
La bicampeona del mundo y medallista olímpica se convierte en socia minoritaria del San Diego Wave FC, club donde jugó entre 2022 y 2024. (Acá más información).
Ohanian amplía su portafolio
Alexis Ohanian, el cofundador de Reddit y esposo de Serena Williams adquirió el 10% del Chelsea Women por £20M. (Acá más información).
Cambios en WTA
Steve Simon, que lideró la organización desde 2015, dejará la presidencia en diciembre. WTA ya busca reemplazo. (Acá más información).
Liga F tiene nuevo nombre
La Liga F en España ha firmado a Moeve como nuevo title sponsor, espacio que llevaba huérfano desde mediados de 2023. (Acá más información).
El gran reto de la WNBA
Por Guillermo Mejía
Leer este artículo te tomará: 5 minutos
La WNBA arranca su temporada 2025 como nunca antes: con más visibilidad, más inversión, y con la percepción general de que su tiempo ha llegado.
Sin embargo, detrás del crecimiento en audiencias y del entusiasmo por nuevas franquicias, la liga enfrenta una serie de tensiones estructurales que podrían poner a prueba la sostenibilidad de su modelo de negocio.
Un 2024 histórico: más que una moda
En 2024, la liga alcanzó cifras récord de audiencia, ocupación en estadios y ventas de mercancía. La llegada de Caitlin Clark fue el epicentro.
En su primer año, llevó a Indiana Fever a liderar la liga en asistencia con más de 17,000 personas por juego, un salto del 300%. ESPN reportó ratings que compitieron con partidos masculinos, confirmando el creciente interés por el baloncesto femenil.
Sí, el boom es real.
Más inversión, más interés… y nuevas franquicias
Ese crecimiento ya se refleja en los estados financieros. Sportico calcula que las 12 franquicias actuales valen en conjunto $1,160 MDD, con un promedio de $96 MDD por club. Casos como Las Vegas Aces y New York Liberty ya superan los $100 MDD y $200 MDD respectivamente.
La inversión comienza a rendir frutos para propietarios históricos, como la familia Simon en Indiana, que se mantuvo firme aún en años críticos.
En 2025 debutan las Golden State Valkyries, la primera franquicia nueva desde 2008, con una inversión inicial de $50 MDD. No es un simple experimento: ya vendieron 10,000 abonos de temporada antes de su primer partido, una cifra inédita para una franquicia femenil nueva.
A ellas se sumarán Toronto Tempo y en Portland en 2026, y la comisionada Cathy Engelbert quiere una liga de 16 equipos para 2028.
La expansión está generando apetito entre inversionistas, se habla de hasta 15 propuestas formales de nuevos mercados, y según diversos reportes la franquicia será otorgada a Cleveland por $250 MDD.
Derechos de transmisión, ¿una oportunidad mal negociada?
En 2026 entrará en vigor el nuevo acuerdo por derechos de transmisión de la WNBA, el cual se cerró en alrededor de $2,200 MDD por 11 años. Estos $200 MDD anuales están muy por encima de los $60 MDD actuales.
Entonces, si este nuevo acuerdo representa más del triple de ingresos anuales por derechos de transmisión, ¿de dónde surge la polémica?
Según fuentes cercanas al proceso, la liga tenía margen para duplicar su valor, pero no supo capitalizar del todo su crecimiento reciente. En el entorno WNBA, crece la percepción de que el acuerdo no beneficia equitativamente a quienes lo hacen posible.
¿Quién gana realmente con este boom?
¿Un lockout en el horizonte?
Las tensiones alrededor del reparto de ingresos ya han escalado al terreno de la negociación colectiva.
Las jugadoras optaron por salirse anticipadamente del actual CBA (acuerdo laboral) antes de su vencimiento el 31 de octubre de este año, exigiendo una distribución más equitativa.
Es la tercera vez en menos de diez años que optan por esta vía.
El centro del conflicto es el salario. Las estrellas de la liga ganan como máximo 240,000 dólares al año. Caitlin Clark y Paige Bueckers, picks número uno del draft, firmaron contratos base de apenas 78,000 dólares, mientras que sus ingresos reales provienen de patrocinios y bonos.
Las jugadoras saben que generan más atención, más ventas y más ingresos que nunca. También saben que su liga aún opera en pérdidas (se estima que la WNBA perdió 40 millones en 2024), pero exigen un modelo más justo.
Figuras como Breanna Stewart y Napheesa Collier ya anticiparon incluso un lockout si no se alcanzan acuerdos sustanciales. Sería un golpe duro justo cuando la liga atraviesa su momento de mayor visibilidad, ingresos y crecimiento potencial.
El factor Unrivaled: un espejo incómodo
En paralelo, Unrivaled, el nuevo torneo 3v3 creado y gestionado por jugadoras como Stewart y Collier, ya genera ruido. Su propuesta no pretende competir con la WNBA, pero sí cuestiona su modelo.
Instalaciones en Miami con mejores recursos que muchas franquicias de la WNBA, incentivos económicos más altos por menos partidos, y una experiencia centrada en el bienestar de las atletas.
En un entorno donde la WNBA aún batalla por ofrecer vuelos charter, Unrivaled es una provocación… pero también una opción legítima.
El mensaje es claro: si la liga no mejora, las jugadoras construirán otras plataformas. Y ya están haciéndolo.
Lo que está en juego
El 2025 será un año bisagra. La WNBA está creciendo en todos los frentes: expansión de franquicias, contratos de transmisión, inversión publicitaria, venta de boletos y seguimiento global.
Pero ese mismo crecimiento ha amplificado los desafíos estructurales que la liga ha arrastrado por años: una dependencia económica de la NBA (que aún posee el 42% de la liga), salarios que no reflejan el valor de mercado de las jugadoras y un modelo de negocio que necesita mayor sostenibilidad.
La WNBA no puede permitirse fallar en este momento. La industria la observa como un referente del deporte femenil profesional.
Si logra navegar esta etapa con inteligencia, podría convertirse, como dijo la comisionada Engelbert, en “una de las ligas más poderosas del mundo”.
Si falla, podría perder su ventana más valiosa.
La Opinión de Infinitas
Si la WNBA no logra traducir su éxito en un modelo de reparto más equitativo y en una nueva visión económica, corre el riesgo de afectar su credibilidad ante el público y los inversionistas.
Unrivaled no es una amenaza. Es un mensaje. Y como tal, debería servirle a la WNBA como catalizador de cambios urgentes. Porque si no lo hace desde dentro, el cambio ocurrirá desde fuera.
La liga vive una etapa decisiva: no basta con sumar franquicias o romper récords de asistencia, es momento de redefinir las reglas del juego para construir un ecosistema donde las jugadoras no sean solo protagonistas, sino también beneficiarias del éxito que ayudan a generar.
"Cuando hablamos de salario y compensación, no se trata sólo de la cifra. Se trata de la participación en los ingresos y la estructura salarial".
-Nneka Ogwumike. Presidenta de la WNBPA (asociación de jugadoras)